jueves, 10 de septiembre de 2009


El deseo profundo, el deseo más real, es aquel de acercarse a alguien. A partir de ahí, comienzan las reacciones, las personas entran en juego, pero lo que sucede antes, la atracción que los unió, es imposible de explicar. Es el deseo intacto, en estado puro...y luego...si sientes la ausencia del deseo...

Es pesada de llevar la ausencia porque tiene tacto y forma, por tanto, también tiene volumen, ese volumen ocupa un espacio en nuestra alma que es necesario para vivir, no nos deja casi ni respirar. Es como un colchón en medio del pasillo...Hay que sacarlo a la calle...

Hubo veces en que pensé

Que no aguantaría mucho más

Pero ahora creo que puedo continuar

Lleva mucho, mucho tiempo llegando

Pero sé que el cambio llegará...

1 comentario:

Édgar Ahumada dijo...

Y llegará, Rosa María, ese cambio es a veces imperceptible de momento, pero con atención podemos ver que todo muta, que nada es igual que el segundo anterior en nuestras vidas.

La pasión con la que escribes me dice tanto!

Recibe un cálido abrazo de alma a alma.